Los ojos del anciano parecían más cansados de lo habitual. Después de todo su trabajo no era fácil. Ser el hechicero de la tribu implicaba una gran responsabilidad. A él acudían todos desesperados cuando los demonios se apoderaban de algún valiente guerrero o de un niño indefenso y la fiebre los consumía casi siempre hasta morir. Por nuestras faltas, explicaba el anciano, hemos enojado a los dioses y éstos al retirarse de la aldea, nos han dejado expuestos a espíritus perversos como un rebaño de ovejas frente a una jauría de perros salvajes. 

El dolor y el temor son la base de mi negocio, pensaba el anciano cuando recibía como pago un cántaro de greda nuevo o una pieza especialmente seleccionada para él por los más expertos cazadores de su aldea. Si el enfermo se cura, los méritos son míos, ya que pude sacarles los demonios con mis ritos y danzas. Si no se mejora y muere, la culpa es de sus propios pecados o los de sus familiares o amigos. Ellos deben tener bien en cuenta el carácter veleidoso y vengativo de los dioses de la montaña. Con ellos no se juega.

El día anterior había ocurrido un suceso muy atemorizante, un demonio hizo presa del dios sol y lo devoró en pocos minutos. El día de pronto fue noche y las estrellas aparecieron en el cielo. Los perros aullaban aterrorizados y los pájaros regresaban dudosos a sus nidos.

Toda la tribu se reunió en torno al hechicero presas de temor y remordimiento. 

Él recordaba haber escuchado una antigua historia de su padre quien le contó que su abuelo, el hechicero más recordado de su pueblo, vivió un evento similar, pero el sol en aquella ocasión sólo había sido devorado hasta la mitad. Efectuó entonces, la danza que le enseñó su padre, quien a su vez la aprendió del abuelo ¡y el sol revivió completamente!, sin que le quedaran heridas ni cicatrices y todo volvió a la normalidad.

Qué gran desafío se me presentó ayer, pensaba. El sol esta vez murió completamente y tuve que danzar frenéticamente para que volviera a la vida. Fueron minutos interminables y de pronto apareció un arco de luz que creció hasta transformarse en un círculo reluciente. Muchos aldeanos quedaron enceguecidos por mirar directamente este extraordinario milagro. Ellos saben desde pequeños que a un dios no se le mira directamente, sin ser castigados. 

El cansancio y la jaqueca de la embriaguez le pasaban la cuenta. Nunca habían celebrado con tanta alegría. Nunca había recibido tantos elogios y regalos. El jefe de la tribu en persona lo felicitó y lo premió con una doncella, una vaca y un saco de legumbres. 

Mi padre antes de morir muy anciano, después de haber vivido largos 45 inviernos me dijo: Siempre he esperado que ocurra de nuevo que el sol sea devorado por los demonios para poder salvarlo, tu abuelo reconocía que fue lo mejor que le pasó en la vida.

A pesar del persistente dolor de cabeza, su felicidad era perfecta y se animó a caminar solo por la playa hasta llegar más allá de los dominios de su aldea. En eso estaba cuando apareció en el cielo un pájaro plateado gigantesco que se precipitó rugiendo, escupiendo humo y fuego sobre la arena, perdiendo sus alas y parte de su cola. Desde su interior salió un ser humano que el pájaro había devorado y el hechicero corrió a ayudarlo. 

Este hombre era muy extraño, llevaba un tieso traje, un sombrero y una chaqueta de cuero de animal. Se sacó de golpe unos ojos planos que cubrían sus verdaderos ojos y los dejó a su lado, aparentemente sin dolor. Cuando me miró, me estremecí de temor. ¿Será éste un hechicero más poderoso que yo? El hombre comenzó a hablarle en la propia lengua del hechicero:

Soy un guerrero del aire y vengo de una tribu muy numerosa más allá de donde el sol se sumerge en el mar cada noche. Durante cuatro inviernos hemos luchado contra enemigos poderosos en una tierra llamada Europa y en una isla llamada Japón. Estoy en el Pacífico Sur luchando por liberar a pueblos aliados que han sido capturados. Aprendí tu lengua de unos habitantes de la isla que queda a sólo dos días de navegación de ésta. Mi misión es organizar la resistencia de tu pueblo frente a una inminente invasión de los japoneses. En un viaje de reconocimiento mi avión fue alcanzado por balas enemigas y gracias a Dios pude aterrizar en esta playa.

El hechicero se inquietó aún más. Este hombre hablaba de un Dios… decía palabras sin sentido como Pacífico Sur, avión, Europa, Japón.

Qué tan numerosa es tu tribu, le preguntó el hechicero. Son tantos como diez veces diez, veces diez veces … El hechicero perdió la cuenta rápidamente. ¡Es imposible que exista tanta gente! Este hombre tiene el demonio de la locura.

Le contó también que tenía una caja en el avión para hablar con su gente más allá del horizonte, pero que se había averiado con el impacto. Trataría de repararla y pediría que le enviaran otro pájaro plateado llamado avión. ¡Eso es imposible! pensó el hechicero, en nuestra tribu podemos gritar muy fuerte hasta ser escuchados entre dos cerros vecinos, pero más allá del horizonte… Este tipo está loco.

Cuéntame cuán poderosos son los hechiceros de tu tribu, le dijo con una sincera curiosidad de quién habla con un loco entretenido.

En mi pueblo no hay hechiceros, la gente cuando se enferma recibe tratamientos con remedios o puede ser operado. 

¿Operado?, pregunto aún más intrigado. Al enfermo le colocamos en sus venas una sustancia que lo hace dormir y después un médico cirujano le abre por ejemplo la barriga y le quita o repara lo que tiene enfermo, después lo cierran, lo cosen y lo dejan descansar hasta que despierte y se recupere completamente. La paciencia del hechicero comenzaba a agotarse. Esto sí que es imposible, ¿Cómo va a seguir vivo con semejante herida? ¿Sacan acaso al demonio de la enfermedad del estómago?

Luego el hombre salido del vientre del pájaro plateado comenzó a delirar. Le habló de carruajes que se movían solos sin ser tirados por bueyes, de pájaros voladores aún más grandes, capaces de llevar en su vientre a la mitad de su tribu por sobre el horizonte de un país a otro, de cuadros luminosos y parlantes que mostraban personas, paisaje y aldeas, llamado cine, le dijo que su pueblo vivía más de 80 inviernos y que en una familia podían estar vivos los hijos, los padres, los abuelos y a veces hasta los padres de los abuelos.

¡Imposible! ¡Imposible! ¡Imposible!

El hechicero se apiadó del extraño hombre y sacando silenciosamente un cuchillo de hueso, lo clavó rápidamente en su pecho, para liberarlo del sufrimiento de demonio de la locura. Pacientemente colocó leña en torno a sus restos y arrastró los pedazos del pájaro plateado hasta formar una pila de escombros que ardieron hasta el atardecer. Caminó de regreso a su aldea y pensó que no le contaría a nadie su historia, ya que podrían pensar que él también estuviera preso de un demonio.

Cuando llegaba a la aldea escuchó un ronroneo lejano como si cientos de abejas revolotearan en el horizonte. Una bandada de pájaros gigantes plateados se acercaba rápidamente…

El doctor despertó cubierto de sudor…

 ¡Qué sueño más extraño! Este inesperado viaje a Tokio a dos años del término de la guerra, más la película de acción que vio antes de dormirse y el whisky resultaron en este vívido sueño donde era asesinado por un hechicero ignorante en una remota isla del Pacífico Sur. Después de unas cuantas vueltas en su asiento de primera clase, volvió a dormirse.

Despertó en tierra firme en San Francisco, dentro de un edificio, en una habitación que parecía ser un hospital. Una enfermera lo miraba incrédula, sus ojos estaban muy abiertos y su boca también.

Ud. señor tuvo un accidente aéreo en 1947 y lleva 65 años en un coma profundo. Nadie nos cree cuando contamos que tenemos a un anciano de 90 años durmiendo en este hospital por tanto tiempo. Ud. tenía 25 años y era un joven doctor que viajaba a Japón en una misión humanitaria. Su avión se perdió en el mar y Ud. fue encontrado en coma, en una isla del Pacífico Sur, atendido por un hechicero, quien lo cuidó por años ya que pensaba que cuando despertara, Ud. se transformaría en el salvador de su pueblo. Este hechicero contó que lo encontró moribundo al lado de un avión accidentado y que Ud. le dijo tantas maravillas acerca del mundo más allá de su isla, que pensó que era enviado por los dioses para conducir a su pueblo a otra vida, con muchos inviernos para todos, medicina, aviones y cines…Nuestros soldados lo encontraron por casualidad 10 años después de terminada la guerra…Ud. está con nosotros ¡Desde el año 55! Hoy estamos en 2020, en pleno siglo XXI y Ud. proviene de la primera mitad del siglo pasado.

El paciente a duras penas pudo mantenerse cuerdo. Sintió haber perdido su vida, se vio hecho un anciano, con la mayoría de su familia muerta o transformada en rostros ajenos y desconocidos.

Pasada la noticia, los reporteros yendo y viniendo en el hospital, las notas de la Guerra del Pacífico de lo que pasó entre Estados Unidos y Japón…venía la calma.

Una tarde lo visitó una joven estudiante de periodismo que quería entrevistarlo, sin embargo, rápidamente se convirtió en entrevistada. ¡Traía en sus manos una pequeña pantalla, en colores, encendida y sin el tubo catódico!

Qué es eso, preguntó. La chica le dijo, un computador. Se acordó que de estudiante pudo conocer un computador del gobierno que ocupaba el piso completo de un edificio secreto, con fines de defensa contra los comunistas soviéticos. ¡Eso no podría ser un computador, imposible! 

La estudiante sonrió cuando escuchó acerca de los enemigos soviéticos. Ahora no existe la Unión Soviética, los rusos tienen una economía social de mercado. Si Ud. me dijera que Estados Unidos es ahora comunista, podría creerle, respondió el anciano, pero que los rusos sean ahora capitalistas,  Imposible. De pronto sonó una melodía en el bolso de la estudiante. Permiso, tengo una llamada. ¿Qué es esto? ¿Un Wokie tokie, un radio de onda corta? Es un teléfono, una amiga de París. Mire ahí la puede ver, estamos conectados por Skype. ¿está hablando con una amiga frente a una cámara en Francia y la está viendo en video? ¡Esto es imposible!. Conteniendo el aliento, nuestro paciente se puso al tanto de todas la innovaciones posteriores a 1947. La llegada del hombre a la luna, los televisores planos, las cámaras digitales, los cientos de canales del cable, la píldora… Cuando le mostraron Internet, simplemente no lo creyó, es más, ni siquiera lo entendió. 

¡Imposible! ¡Imposible! ¡Imposible!……

…Despierte señor, ya llegamos a Tokio…

Conjetura: 

Por conjetura (del latín coniectūra) se entiende el juicio que se forma (moral, ético o matemático) de las cosas o sucesos por indicios y observaciones. Fuente: Wikipedia

Conjetura de esta Historia:

“La Innovación es la Herramienta para Hacer Realidad lo Imposible”